Tomar conciencia de la misión evangelizadora de la Iglesia nos ha llevado a poner los ojos en aquellos que fueron, son y serán la principal preocupación de Jesús: los pobres.

Desde hace un tiempo venimos creando y sosteniendo en varias de nuestras comunidades verdaderos espacios de encuentro con quienes más sufren.

Todos nuestros proyectos (comedores comunitarios, apoyos escolares, centros pastorales en comunidades de base, asistencia de mercaderías, ropa y materiales para la vivienda, programas de inserción escolar, talleres de oficio, etc.) no son más que excusas de encuentro en donde procuramos acoger a quienes más necesitan, mostrarnos cercanos con ellos y fomentar vínculos tan fuertes y fraternos que sean capaces de propiciar una vida más digna para todos.

Tal como lo vivieron nuestros fundadores, la vivencia del evangelio nos sigue exigiendo una opción preferencial por los más vulnerables de nuestra sociedad. No podemos y no queremos ser indiferentes ante el dolor de nuestros hermanos, por esta razón no solo dedicamos nuestro tiempo y nuestros bienes, sino que nos donamos a nosotros mismos en la difícil pero hermosa tarea de proclamar el Reino de Dios y su justicia con aquellos que no dejan de ser los preferidos de Jesús.

Comedor-SCVA-teatinosdeargentina

Comedor San Cayetano de Villa Adelina

Jovenes-de-Cristo-Olimpliadas-diocesanas-eatinosdeargentina

Jovenes de Cristo Olimpliadas Diocesanas

Como sacerdotes reformados seguimos buscando día a día la transformación de nuestra pastoral social. Nos esforzamos por cultivar un espacio de encuentro con Dios y con el hermano, entendiendo que el mismo Señor Jesús ha decidido vivir pobre para los pobres. Nosotros no queremos conformarnos con una pastoral social que apunte solo al mero asistencialismo. Queremos que nuestra praxis sea tan profunda como la del mismo Cristo, buscando como religiosos teatinos hacernos pobres con los pobres y de esta manera solidarizarnos con ellos. Procuramos con nuestras obras vivir la compasión y la caridad, una caridad tal que logre por sí misma rescatar a nuestros hermanos de una vida totalmente deshumanizada devolviendo a cada hombre y a cada mujer la plena dignidad de sentirse hijos de Dios.